12 de abril de 2010

Digestión y metabolismo

Mediante la ingesta de alimentos obtenemos los nutrientes que el organismo necesita, tales como proteínas, grasas, glúcidos, iones, vitaminas y minerales. Gracias a estos nutrientes renovamos los tejidos y las células de los que estamos compuestos y conseguimos una fuente de energía para vivir. El siguiente esquema muestra el proceso de transformación de los nutrientes:


Una vez ingerido el alimento se inicia el proceso digestivo, gracias al cual transformamos las grasas en ácidos grasos y glicerol, las proteínas en aminoácidos y los glúcidos en glucosa (monosacáridos). El sistema digestivo lleva a cabo unos procesos u otros para conseguir nutrientes según si contiene comida o no. Cuando contiene comida se produce la fase de absorción, y cuando no contiene, la de ayuno.
  • En la fase de absorción se activa el sistema parasimpático y el páncreas genera insulina, necesaria para que las células del organismo pueden utilizar la glucosa. El duodeno se encarga de pasar los nutrientes a la sangre utilizando las grasas, los aminoácidos y la glucosa como fuente de energía para el organismo. La glucosa se almacena como reserva a corto plazo y su exceso se almacena en el hígado, en forma de glucógeno, mientras que las grasas se almacenan como reserva a largo plazo en forma de triglicéridos (tejido adiposo), junto a una parte de la glucosa y los aminoácidos producidos. La glucosa es la principal fuente de energía del cerebro, y junto a los aminoácidos también es la fuente de energía de los músculos y del resto del organismo.
  • Al pasar un tiempo sin comer se inicia la fase de ayuno y el cuerpo comienza a consumir sus reservas para conseguir la energía que necesita. En este caso se activa el sistema simpático, que hace que el páncreas genere glucagón. Esta sustancia descompone el glucógeno del hígado en glucosa y los triglicéridos en ácidos grasos y glicerol. El glicerol generará más glucosa que, junto a la que se produce descomponiendo las reservas de glucógenos, serán la fuente de energía del cerebro en la fase de ayuno. Por su parte, los ácidos grasos obtenidos al descomponer los triglicéridos serán la fuente de energía del resto del organismo.
De toda la energía que obtenemos al ingerir alimentos, un 33% la consume el propio proceso digestivo, un 55% se dedica al mantenimiento del metabolismo basal y el 12% restante es lo que nos queda para el resto de procesos conductuales activos que queramos realizar. Aunque existen muchas diferencias individuales, el ser humano necesita un consumo diario de 1500 Kcal para mantener vivo el organismo. Un menor consumo produce la adaptación del metabolismo basal y la restricción calórica provoca un envejecimiento más lento.
     En cuanto a la regulación homeostática, el organismo emite señales tanto para informar de hambre como de saciedad. Cuando los detectores periféricos detectan cambios en las variables del sistema, activan receptores centrales y éstos envían señales que activan los mecanismos correctores de la homeostasis. Una vez se ha recuperado la homeostasis, estos mecanismos envían las señales de saciedad. Dada la importancia vital de estos sistemas, no existe una sola vía para controlarlos, sino que son redundantes.

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